Stuckler y Basu: la austeridad asesina

La tesis de este libro es muy sencilla: bajar el gasto público está mal. Vamos, que está tan mal que si se baja la gente se muere. Se muere de pobreza, de hambre, de depresión. Y todas son muertes “evitables”. Vamos, es que si no se evitan, no son simples muertes. Si la caída del gasto público provoca desahucios que provocan suicidios, los suicidas en realidad han sido asesinados por los políticos que rebajaron el gasto.    Preguntará usted: ¿cómo se puede decir semejante barbaridad? Pues prepárese.

Y el político ganador es…

Los autores despotrican contra los gobiernos de España, tanto del PSOE como del PP, alegando que no han atendido a “los intereses de su pueblo”, intereses que, lógicamente, estriban en subir mucho más el gasto público. Como no ha subido lo suficiente, los gobernantes socialistas y populares no han permitido “que la gente decida su propio destino”.  De hecho, sólo un político español se salva, sólo uno realmente responde al modelo de progreso: Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda.

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