Epílogo a «Si no fuera por estos raticos», de José Manuel Puebla

José Manuel Puebla y yo somos socios. Me gustaría decir que es por mérito mío, pero está feo mentir.

La verdad es que no nos conocíamos personalmente, y fue el propio Puebla el que tuvo una idea y se comunicó conmigo para planteármela: que nos asociáramos para componer viñetas económicas. El resultado puede verse en Más economía para andar por casa, publicado también por LID Editorial en 2014. Y confiamos en seguir produciendo viñetas en el futuro, lo que me brindará una pequeña revancha frente a mi profesor de dibujo en el Colegio Cardenal Newman de Buenos Aires, Alberto Zienkiewicz, para los alumnos simplemente “el polaco”. Algo alejado de las modernas técnicas pedagógicas no traumáticas, el polaco, un hombre por otra parte simpático y pintor de cierto prestigio, se limitaba a arrojar mis dibujos al suelo mientras tronaba: “¡Rodríguez Braun, esto es una mierda!”.

Tras unos comienzos tan poco promisorios, nunca aprendí a dibujar, pero siempre me atrajeron los dibujantes, y en particular los caricaturistas y viñetistas, que, como es sabido, son excelentes en mis dos patrias: la Argentina y España.

Conociendo estos datos personales, y habiendo terminado de disfrutar este espléndido libro, el lector comprenderá por qué no tardé ni un segundo en aceptar la propuesta de José Manuel, a quien admiro por su enorme talento y también por su espíritu libre. Sin ir más lejos, y para qué vamos a ir, recordemos que es un cartagenero moreno, pero nacido en Torre-Pacheco, porque los cartageneros morenos, como los de Bilbao o los porteños, nacemos donde nos da la gana.

A Puebla le viene como un guante la descripción que él mismo hizo de uno de los genios de su oficio, Mingote: “un gran observador que desde lo alto veía lo insignificantes que somos”. Aparte de publicar, como don Antonio, en ABC, Puebla coincide con él en la definición del humor gráfico: “desacralizar y quitar rimbombancia a ciertos momentos considerados importantes”.

Ahora bien, a quienes creen que el humor no puede ser serio les recuerdo que en una viñeta de Mingote, que rememora Puebla, un nieto le pregunta al abuelo si es mejor ser de izquierdas o de derechas, y el viejo responde: “¡Lo que no hay que ser es ser gilipollas!”. Esta idea, exactamente la misma y con casi las mismas palabras, la sostuvo un pensador de la talla de José Ortega y Gasset.

Puebla, por tanto, es una persona seria, como todos los grandes humoristas. El que también puede ser extraordinariamente divertido resultará evidente para cualquiera que conozca sus viñetas, o haya tenido la fortuna de recorrer las páginas de este libro.

Fue Gregorio Marañón quien aclaró que serio y divertido no son antónimos. En efecto, lo contrario de divertido no es serio sino aburrido, mientras que lo contrario de serio no es divertido sino frívolo. Y, desde luego, ni el aburrimiento ni la frivolidad caracterizan a José Manuel Puebla.