Economistas rebeldes

Por fin, me dije, por fin unos economistas se oponen a la ola intervencionista que anega las políticas económicas de los gobiernos en todo el mundo. Oiga, pues no: estos señores se rebelan no porque están en contra del intervencionismo sino porque quieren aún más.

Se oponen a los “paradigmas neoliberales”. No sabemos bien cuáles son, pero sí sabemos lo que los Estados han hecho: aumentar los  impuestos y el gasto público, es decir, lo contrario del liberalismo. Pero entonces ¿qué pretenden estos economistas? Pues más de lo mismo. Con la idea de que basta con aumentar la demanda efectiva para impulsar la actividad, lo que está lejos de ser evidente, sostienen que el déficit público no debe ser resuelto con menos gasto público sino con más eficiencia del mismo. Y hay que incrementar aún más la presión fiscal.

No incluyen ni una sola reflexión sobre el papel de los poderes públicos en la gestación de la crisis. Les preocupa la “concentración monopolista” de las agencias de calificación, pero no la de los bancos centrales o los entes reguladores. No hay referencias a las políticas monetarias y fiscales, como si no tuviesen nada que ver con lo que nos está pasando.

Incurren en la paranoia que ve malvadas amenazas sobre algo esencialmente benévolo: “poderes económicos interesados en la privatización de las prestaciones sociales que, irremediablemente, conducirá a la configuración en España de una sociedad dual”, como si el dualismo no hubiese sido producido por el poder político y legislativo. Avisan de “una ofensiva que está poniendo contra las cuerdas los avances sociales conseguidos en las últimas décadas”, pero no incluyen el acoso al contribuyente entre dichos “avances”. Dan por sentado que el gasto público redistributivo contribuye a la eficiencia de la economía, y afirman seriamente que los comportamientos “cortoplacistas ineficientes” afectan a las empresas privadas, no a la política, al parecer exenta de padecer problemas de agencia.

Firman el manifiesto Jorge Fabra y Juan Ignacio Bartolomé, antiguos decanos y candidatos en las elecciones que acaban de celebrarse en el Colegio de Economistas de Madrid, del que formo parte desde hace muchos años. Los mismos candidatos proclamaron hace poco que a “la Europa conservadora le interesa la disminución del papel de los Estados en la economía”. No lo veo claro: los conservadores europeos ni han practicado ni propician esa disminución de manera apreciable. En cambio, lo que vi más claro es que no iba a votar a dichos candidatos en las elecciones del 3 de noviembre. No les voté. Por cierto, perdieron.