Inversión y Gobierno

 

La situación política que hemos vivido tras las últimas elecciones generales ha suscitado inquietud en el mundo económico, dentro y fuera de nuestras fronteras, algo que afecta en particular a Sotogrande, que es un mercado atractivo para inversores de España y de toda Europa, especialmente en el sector inmobiliario.

            Aclaremos en primer lugar que lo que está sucediendo en la política española sólo es insólito aquí, porque estamos acostumbrados a tener gobiernos monocolores con amplias mayorías parlamentarias, pero en realidad en Europa es más la excepción que la regla. En muchos países europeos el Ejecutivo está formado por alianzas y coaliciones de varios grupos políticos, sin que ello equivalga necesariamente al caos.

            Se dirá que, en cualquier caso, la incertidumbre política en España, derivada de la ausencia, por primera vez, de mayorías claras, tiene un impacto económico negativo, al retrasar las inversiones nacionales y extranjeras.

            Sin embargo, al revés de lo que suele pensarse, no es la incertidumbre lo peor que puede suceder desde el punto de vista económico. Lo peor es la certidumbre de un Gobierno malo. Y la preocupación de las últimas semanas ha ido por ese camino. No es que los inversores simplemente no supieran lo que iba a pasar: eso no lo sabe nadie. Lo que animaba el nerviosismo en los mercados ha sido la incógnita sobre las posibilidades de que haya un nuevo Gobierno que sea abiertamente hostil al ahorro y la inversión, es decir, un Gobierno que suba los impuestos, aún más, que incremente las regulaciones y costes derivados de la intervención política y legislativa, aún más, y que hostigue por tanto al inversor nacional y extranjero, aún más. En la medida en que esas posibilidades se concreten, la confianza de los inversores, lógicamente, se retraerá.

Ahora bien, no olvidemos que estamos en Europa, y que sus reglas de funcionamiento limitan el grado de locura de las políticas económicas, e incluso han hecho volver al redil de la moderación a políticos considerados en su día prácticamente anti-sistema, como los populistas griegos. Si ese alejamiento de los extremos más antiliberales se reproduce en España, el escenario podría ser mejor de lo que muchos anticipan en la actualidad.

(Artículo publicado en El Periódico de Sotogrande.)