Ajustes y resultados

Las cifras de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre han satisfecho incluso a los analistas, no porque ellos sean recelosos de las mejorías en el empleo, sino porque han acertado en sus pronósticos, que rápidamente habían modificado al alza después de conocer los datos de afiliaciones a la Seguridad Social y del paro registrado en los Servicios Públicos de Empleo.

Todo sugería, en efecto, que el jueves por la mañana iban a conocerse unas cifras muy buenas en términos de paro, creación de empleo, y población ocupada. Como así ha sido.

Esto dicho, no tiene sentido hablar de que ahora mismo se ha producido un punto de inflexión, que en realidad se produjo en 2013, porque la creación de empleo empezó a recorrer una senda positiva en el último trimestre del año pasado. Y en lo tocante a la disminución del paro, la tendencia a la baja lleva ya un año. Lo que ha sucedido, por tanto, en el segundo trimestre de 2014, es una profundización de un cambio de rumbo iniciado tras el final del double dip, de la segunda recesión 2011-2013.

También es equivocado e injusto reprocharle al Gobierno por sacar pecho ante estos datos. Ningún gobierno habría dejado de hacerlo. La crítica correcta pasa por analizar la relación que existe entre la política económica y los buenos datos de la EPA. Ponderar esta relación no es fácil, porque integra elementos positivos, como la reforma laboral, que continuó una muy antigua corriente, iniciada en los años ochenta con el PSOE, de reforma parcial del intervencionismo laboral franquista, junto con elementos negativos, como las subidas de impuestos de las últimas dos Administraciones.

Por eso, ante el tópico “queda mucho por hacer”, habría que añadir “y sobre todo por deshacer”. En efecto, el gran protagonista del mencionado cambio de rumbo en nuestra economía es el sector privado, que ha pagado un coste innecesariamente elevado en términos de empleo y de empresas quebradas. Su ajuste es lo que está detrás de las mejores cifras; la misión del Gobierno es facilitar que las empresas brinden buenos resultados, y especialmente no obstruir su camino hacia la prosperidad y el empleo.

(Artículo publicado en La Razón.)