Podemos no quiere limosnas

En Podemos tronaron contra las donaciones de Amancio Ortega a la sanidad pública. Escribió Pablo Iglesias: “una democracia digna no acepta limosnas de multimillonarios para dotar su sistema sanitario, les hace pagar los impuestos que les corresponden y respetar los derechos de sus trabajadores”.

El secretario de Comunicación, Juanma del Olmo, afirmó que “se pueden generar desigualdades graves…son las instituciones las que tienen que decidir dónde va el dinero, para garantizar que los derechos son iguales para todos…Eso es democracia”.  El secretario de Organización del partido, Pablo Echenique, pidió que esas donaciones sean rechazadas porque son finalistas, al dirigirse a una causa específica: “No vienen precedidas de un análisis experto que estudie dónde se distribuyen los recursos. Esto provoca desigualdades, y enfermedades y pacientes de primera y segunda clase”.

Empecemos por los señores secretarios. Para ellos, la donación es censurable porque es libre, y no debería serlo. Las decisiones sólo las pueden tomar las “instituciones”, o sea, el poder político, pero no las personas corrientes. Llaman “democracia” a un sistema donde la gente no puede elegir, sino que los poderosos eligen por ella, y le arrebatan a la fuerza su dinero.

El manido argumento de la desigualdad es insostenible, porque siempre va a haber pacientes mejor atendidos que otros, igual que siempre va a haber privilegiados que puedan comprarse un chalé de lujo en Galapagar y otros, la inmensa mayoría, que no van a poder hacerlo. Igual que solo una minoría, como la casta hegemónica en Podemos, puede tener un título de doctor, y la mayoría no. La idea de que restringir la libertad de los ciudadanos garantiza la igualdad de todos es una antigua mentira de la izquierda, una y otra vez refutada en la teoría y en la práctica.

La descalificación global que lanza don Pablo Iglesias apunta a que Inditex ni paga impuestos ni respeta derechos. Él sabe que es mentira, aunque le sirve para ocultar el verdadero impacto fiscal de los autodenominados progresistas, que consiste en empobrecer con impuestos a la masa del pueblo.

Además, defiende la democracia añadiéndole un adjetivo: “digna”. Los enemigos de la libertad están todo el rato con la dignidad, todo debe ser digno, según ellos, pero la dignidad está irrevocablemente unida al recorte de derechos y libertades de la gente. Nunca consideran digno el que la gente conserve lo que es suyo.

Por fin, veamos la expresión despectiva: “limosnas de multimillonarios”. ¿Qué es lo que de verdad le molesta a don Pablo? A primera vista, que los generosos sean ricos. Pero imaginemos que las donaciones provinieran de millones de trabajadores, lo que ciertamente sucede, porque las personas solidarias y caritativas son multitud en todo el mundo. Esto tampoco lo aceptaría, porque lo que le molesta de verdad es la limosna, es decir, que ayudemos voluntariamente al prójimo. Que seamos libres de hacerlo.