Recuperación: esperanzas y riesgos

Hace seis años tituló El País: “Zapatero garantiza que la crisis no afectará a España”. Me apresuro a añadir que no fue el mayor de los disparates pronunciados y perpetrados por Smiley, y que Barbie tampoco se ha lucido. Es el tiempo lo que deseo destacar en primer lugar. Seis años, seis, desde que se acabó la fiesta, y algo menos desde que la débil recuperación de 2009-2011 fue abortada por las decisiones equivocadas tomadas por ambos gobiernos, en particular la subida de impuestos.

El camelo de la «austeridad»

Dirá usted: ya pasó, sabemos que el gran ajuste no fue realizado por el sector público sino que éste –entre absurdas protestas por una “austeridad” ausente– lo descargó casi en exclusiva sobre el sector privado, que lo pagó dolorosamente en términos de millones de puestos de trabajo perdidos, y decenas de miles de empresas que debieron cerrar sus puertas; pero no tiene sentido llorar sobre la leche derramada, y ahora toca mirar hacia el futuro. Ese futuro parece que por fin sonríe.

No repetir los disparates de Smiley

Desde los organismos públicos internacionales hasta diversos servicios de estudios, pasando por las (ahora menos) infaustas agencias de calificación, todo sugiere que los motivos para la esperanza pueden no ser vanos. Hay señales de recuperación de la economía y de la confianza en los mercados, como se observa en la subida de las bolsas y en particular en la caída de la prima de riesgo. Pero hay otro riesgo. El menor coste de la financiación y las mayores entradas de capital e inversiones desde el exterior acarrean el peligro de que las autoridades no hagan ahora lo que debieron haber hecho, no sólo desde 2007 sino desde antes: bajar el gasto público, los impuestos y la deuda. Una de las mayores y menos comprendidas irresponsabilidades de Smiley fue haber subido el gasto alegando que el déficit caía. Ojalá no se repita ahora ese oneroso desvarío.

(Artículo publicado en La Razón.)