Si los pensionistas fueran propietarios

El sistema de cómputo de las pensiones ideal para España sería uno que convirtiese a los pensionistas en aquello que muchos fantasean que son: propietarios de sus pensiones.

Nuestro sistema no es un sistema de pensiones, y los pensionistas no son sus dueños. El sistema se llama “de reparto” porque los gobernantes obligan a los ciudadanos activos a cotizar, y reparten ese dinero entre los pensionistas. No tenemos ningún “derecho” a cobrar ninguna pensión, sino sólo la expectativa de que cuando seamos mayores las autoridades seguirán forzando a los cotizantes a que les entreguen el dinero para que nos repartan la pensión.

Contaminación política

Este sistema, contaminado de política de arriba abajo, puede padecer desajustes por motivos económicos y demográficos. En ese caso, los políticos pueden conservarlo o abandonarlo, y pueden cambiarlo o dejarlo tal cual. Lo esperable y lo que suele suceder es que lo conserven y lo cambien: se nombra una comisión de expertos que proponen reformas, y después los gobernantes introducen “mejoras” que incrementan su rentabilidad política, y procuran disolver o repartir los costes mediante pactos y propaganda diversa.

Se habla mucho de equidad, lo que es cuestionable, y de sostenibilidad, término que se refiere tanto a los que mandan como a la financiación del sistema en sí, y puede resultar dudoso en condiciones de crisis, con bajadas en las cotizaciones y subidas en las prestaciones, que es lo que probablemente ocurra en los próximos años, combinando el aumento del número de pensionistas y la sustitución de pensionistas que cobran poco por pensionistas que cobran algo más.

El cómputo real, por tanto, es uno que sigue brindando pensiones medias modestas, y de un sistema que procura la sostenibilidad asegurándose de que no vayan a subir demasiado.

El cómputo ideal, en cambio, sería uno que suprimiera toda intervención política y convirtiese a los ciudadanos en propietarios genuinos de su pensión, lo que lograrían mediante sistemas de ahorro privados.

(Artículo publicado en La Razón.)