En ocasiones veo (economistas) muertos

Juan Carlos de Pablo, destacado economista argentino, elabora una base de datos con los economistas del mundo, y cada diciembre nos envía a colegas y amigos una relación de los que murieron en el año. La fúnebre lista suele brindar un buen panorama de la diversidad de nuestra profesión.

Nacido en Austria, con nacionalidad británica, Paul Patrick Streeten fue un reconocido especialista en desarrollo económico, tanto en el ámbito académico, empezando por la Universidad de Sussex y terminando en la de Boston, como en organismos internacionales, como la ONU y el Banco Mundial. Muy apreciado por el antiliberalismo, predominante en economía como en el resto del ámbito de las ideas, Streeten mantuvo siempre una defensa del intervencionismo para lograr el desarrollo y la satisfacción de las “necesidades básicas”, que incluyen la educación y la sanidad. No respaldó el comunismo, pero prefirió siempre un Estado no solo fuerte sino también activo.

Más simpatía por el mercado tuvo el neoyorquino Martin Stuart Feldstein. Estudió en Harvard y Oxford, fue profesor de Economía muchos años en Harvard, y presidió el National Bureau of Economic Research. Jefe de los asesores económicos de Ronald Reagan, propuso la privatización parcial de la Seguridad Social, para garantizar su sostenibilidad. Galardonado con la John Bates Clark Medal, publicó numerosos trabajos sobre macroeconomía y hacienda pública.

Formado en Princeton, Harvard y la LSE, y con una larga carrera financiera en lo público y lo privado, Paul Volcker ha sido considerado como en el enemigo público número uno de la inflación, por su política restrictiva desde la presidencia de la Reserva Federal bajo Carter y Reagan. Sin embargo, también fue enemigo del patrón oro, e influyó en la decisión de Nixon de suspenderlo en 1971, llevando al colapso del Sistema de Bretton Woods.

Con mucha menos presencia pública, Harold Demsetz, vinculado sobre todo a la Universidad de California en Los Ángeles, fue influente en la profesión, y pionero de la nueva economía institucional. Fue autor de importantes trabajos sobre la empresa, la competencia, los derechos de propiedad, los costes de transacción, y la organización industrial. Liberal, y miembro de la Sociedad Mont Pèlerin, Demsetz acuñó la expresión “falacia del nirvana”, que consiste en comparar la realidad con fantasías utópicas, algo muy habitual en todas las variantes del socialismo.

Por fin, en 2019 murieron tres destacados economistas a los que tuve el placer de conocer personalmente. Walter Eltis, que estudió y enseñó en Exeter y Oxford, investigó en problemas de crecimiento, teoría y política económica. William D. Grampp fue un importante historiador del liberalismo y el pensamiento económico. Y Anthony de Jasay, un economista convertido a la filosofía política, fue el más profundo y original pensador liberal de nuestro tiempo.