Anna de Mónaco

Cariacontecida encontró Pauper Oikos a su amiga Anna de Mónaco, y la noble progresista le explicó:

—En este último medio siglo se han producido retrocesos en lo que creíamos que habíamos conquistado tras las dos guerras mundiales. La generación más joven no ha vivido más que la crisis. La democracia peligra, y yo querría que mis nietos recuperaran los ideales que tuvimos.

—A ti te entristecen los retrocesos cuando deberías aplaudir ante el soplo de libertad que recorrió el mundo con la caída del Muro de Berlín —apuntó el reportero de Actualidad Económica—. Que los jóvenes no tengan ideales comunistas debería ser motivo de celebración. Y el capitalismo no es incompatible con la democracia: el socialismo lo es. Tras la caída del Muro hay más democracia que nunca.

—Ahora me vas a decir que no hay problemas de bienestar —se burló la monegasca.

—Los problemas son reales, pero no son del bienestar sino del Estado de bienestar, que no es lo mismo.

Anna de Mónaco protestó:

—No puedes negar la contención de los salarios desde la quiebra del neoliberalismo. Y tampoco que la gente ya no tiene fe en el progreso. Ahora estudian muchos chavales pero después no saben qué hacer con su vida. Y me preocupan esos niños que ya han nacido con la crisis, que no podrán estudiar porque hay pocas becas y son caras las matrículas.

—La crisis de 2007 os ha dado ánimos a los progres, desde luego —replicó Pauper Oikos—. Pero no puedes hablar de las limitaciones salariales e ignorar los impuestos, que han crujido a los trabajadores y a la clase media para pagar ese Estado de bienestar que te encanta…

—Hablando de gustar, vivir peor es no tener ninguna expectativa de futuro, tener trabajos que no te gustan, estudiar sólo lo que marca el mercado. Me preocupa que se cree una guerra generacional.

—¡Pero si hay más universidades públicas que nunca, en cada pueblo hay una! Lo que no puedes es entregarle la educación al Estado y después quejarte porque lo hace mal, y los licenciados no son demandados por la sociedad. Y el conflicto generacional entre viejos y jóvenes ha sido creado por el Estado: si las pensiones fueran privadas no existiría.

—En lo privado mandan grandes empresas multinacionales operando como verdaderos señores feudales. Pero a los liberales no os preocupan los perdedores de la globalización —acusó Anna de Mónaco.

—Feudal es el poder político, no las empresas en el mercado, y la globalización posterior a la crisis del comunismo permitió a cientos de millones de personas dejar atrás la pobreza extrema. ¿Llamas esa gente perdedores?

—Lo que digo es que hay que salvar al capitalismo de sus excesos, como quería Keynes —sentenció la aristócrata de la gauche.

Pauper Oikos iba a comentarle que para excesos, los del socialismo, pero optó por invitarla a que cantaran juntos Money for nothing, de Dire Straits.