Sanato Peladinho

Pauper Oikos se topó con el nuevo ministro de Economía, el brasileño Sanato Peladinho, que le dijo:

—Oi!   Bom-dia Pauper! Hay que establecer un marco para el crecimiento futuro que sea robusto, pero también sostenible y justo. Se puede crecer de otra manera. Nuestra aspiración no puede ser un modelo de crecimiento basado en caídas salariales y crecimientos de la productividad por la pura destrucción de empleo. Hace falta un crecimiento sólido, pero también compatible con unos salarios adecuados y empleo de calidad.

—Supongo que debe ser porque te has pasado la vida en la burocracia, y para colmo en la burocracia europea, pero lo cierto es que no hay manera de conseguir que digas nada —se lamentó el reportero de Actualidad Económica—. A ver si yo lo consigo: ¿vais a derogar la reforma laboral, sí o no?

—Más que derogar o ajustar la reforma laboral, hay que negociar un nuevo marco laboral del siglo XXI con consenso social.

Pauper Oikos empezó a ponerse nervioso. Le preguntó:

—¿Cómo pagar las pensiones? ¿Qué impuestos vais a subir, el digital de Barbie o el de la banca de Warren Sánchez?

—Estamos en fase de elaboración del techo de gasto: sería prematuro hablar de medidas impositivas. Pero las pensiones son un asunto fundamental: tenemos que fijar un marco que permita garantizar pensiones dignas ahora y en 20 años. Hay que controlar el gasto pero tener una agenda social.

—Entonces, ¿cuál es tu política económica?

—Necesitamos un crecimiento robusto, sostenible y justo: este Gobierno tiene que tener mucha cabeza, pero también corazón. Tenemos que encontrar la forma de que el crecimiento llegue a todos los ciudadanos. Hacer compatible el compromiso con la estabilidad presupuestaria con un reparto justo de la mejoría económica para que nadie se quede atrás. Y reflexionar para ver dónde hay que hacer reformas y dónde tenemos que hacer un esfuerzo inversor para sentar las bases para el futuro.

Pauper Oikos prorrumpió en sollozos, tapándose la cara con las manos. Sanato Peladinho comprendió que le debía una explicación:

—Pobre Pauper, valga la redundancia, no has entendido nada —le dijo—. ¿No te das cuenta de que no puedo decir más? Esto no es un Gobierno, es una campaña electoral, y yo tengo que quedar bien con todo el mundo, y procurar que no se noten los desastres que vamos a hacer, con Warren a la cabeza. Entonces, lo que no deberías hacer es preguntarme cosas.

—¿Ni siguiera si te ves más cerca de Francia, incluso de Portugal, que de Alemania?

—Ni siquiera eso, porque te respondería que la idea central de que hay que combinar la estabilidad presupuestaria con una reducción de la desigualdad que nos ha legado la crisis está alineada con lo que recomienda la Comisión; y la comparte el Consejo, etc. Y te adormecería, o más bien irritaría, añadiendo que España es un país pro europeo que ha tenido siempre Gobiernos pro europeos: apoyamos todo aquello que signifique mayor integración económica, social y política. ¿Lo has entendido?

Ambos amigos se alejaron cantando Samba de uma nota só, de João Gilberto.