El crecimiento correcto

Pauper Oikos oyó una voz que clamaba:

—¡Estamos creciendo mal! ¡Debemos crecer correctamente!

Era su amiga, Manolita Concertante, que le aclaró el motivo de su lamento:

—El salario medio se ha estancado, a pesar de la recuperación. La mayor parte de la riqueza ha ido a parar a manos de los tenedores de capital. Esto podría explicar los bajos niveles de consumo y el hecho de que una política monetaria laxa no pueda producir un repunte de la inflación. La mayor parte del crecimiento del empleo ha sido en ocupaciones que requieren bajas cualificaciones y que están peor remunerados, produciendo un vaciado del medio de nuestra distribución laboral.

—Recuerda de dónde veníamos —apuntó el reportero—. Y recuerda que los trabajadores también son tenedores de capital. No te obsesiones con el consumo, que bien puede estar boyante a las puertas de una recesión, como en 2007. En el vaciado de la clase media algo habrán tenido que ver los impuestos y las regulaciones. Y, por favor, deja de repetir eso de que lo bueno sería que tuviéramos más inflación: es justo lo que quieren oír los que provocan la inflación de activos y la distorsión de los precios relativos, es decir, los bancos centrales.

No iba a ser fácil cambiar la opinión de Manolita; era profesora, al fin y al cabo:

—La productividad de las empresas líderes aumentó en más de un 30%, mientras que el resto del sector privado casi no experimentó alza alguna. La productividad agregada de Estados Unidos ha aumentado en más del 250% desde principios de los años 1970, mientras que los salarios por hora se han mantenido congelados. Esto significa que el crecimiento de la productividad no sólo ha estado circunscrito a un número muy limitado de empresas, sino que la productividad y las rentas del trabajo se han desacoplado.

Pauper Oikos recordó la paradoja de Solow:

—Podemos ver la era de los ordenadores en todas partes menos en las estadísticas de la productividad. Como todo lo demás, la productividad no cambia de manera uniforme, así que es lógico que suba en algunas empresas y en otras no. Pero que esa productividad no se difunda es más que dudoso, igual que es dudoso que los salarios por hora no aumenten cuando bajan los precios de los bienes y servicios, gracias a la productividad.

—La mayor riqueza generada por una mayor productividad va a manos de los dueños de esas tecnologías.

—¿Los consumidores, los trabajadores, los pensionistas? —preguntó el reportero de Actualidad Económica con una sonrisa—. Y no olvidemos a los parados, que no lo son por culpa de la productividad sino de la legislación.

La palabra legislación iluminó el rostro de Manolita Concertante, que preguntó, dramáticamente:

—¿Cómo podemos construir un nuevo contrato social para la era digital?

—¿Te parece que probemos por una vez a dejar a la gente en paz y a no ponerle palos en las ruedas? —replicó Pauper Oikos.

—Podría ser… —concluyó su amiga, dubitativa.