Pondré tres ejemplos sobre sendas trampas que la política tiende al periodismo económico: dos desde la derecha, y una desde la izquierda.
El principal engaño económico perpetrado por Rajoy es que no tuvo otra alternativa que subir los impuestos.
La medida fue terrible: combinada con la misma Zapatero nos hundió en la segunda recesión, de la que hemos tardado un par de años en recuperarnos. Y este daño no era necesario: el Gobierno del PP prefirió subir los impuestos antes que bajar el gasto público.
Los “populares” alegan que debieron subir los impuestos porque los socialistas no dijeron la verdad sobre el déficit que dejó Zapatero. Es un argumento asombroso, porque Rajoy se pasó casi ocho años acusando, con razón, a los socialistas de mentir, y sólo les creyó en el último minuto, cuando le entregaron los papeles poco antes de abandonar el Gobierno. Es un truco insostenible.
La segunda ficción que propaga el PP, vinculada con la anterior, es que la economía se recupera gracias a ellos. Es falso: la economía se ha recuperado gracias al doloroso ajuste emprendido y padecido por trabajadores y empresarios. El Gobierno hizo poco o nada, y los supuestos “ajustes” y “recortes” del gasto público han brillado por su ausencia, al revés de lo que se proclama por doquier. La única manera de atribuir méritos a Rajoy es retorciendo el razonamiento y concluyendo que hizo las cosas bien…porque al menos en un momento dado dejó de hacerlas tan mal.
Si la derecha provoca ira o desolación en el periodista económico, la izquierda no le va a la zaga. Ante el apogeo de la mendacidad electoral, probablemente la mayor mentira de la izquierda (PSOE, IU y los flamantes autoritarios de Podemos) es que el paraíso está a nuestro alcance si sólo violamos un poco más los derechos de un puñado de indeseables.
Las formaciones de izquierdas, en efecto, aseguran que sus propuestas económicas, siempre dirigidas a un mayor gasto público, se podrán financiar sin castigar al grueso de los contribuyentes. Nunca leerá usted una propuesta de la izquierda (ni de nadie) que apunte a crujir más a la gente corriente. Le dirán que los recursos vendrán de los desiguales, los ricos, las grandes fortunas y, por supuesto, la lucha contra el fraude. Vamos, le juran que a usted toda la fiesta le saldrá gratis. Pero nunca ha sido así y nunca lo será: el gasto público no es financiable sin quitarle cada vez más dinero a la mayoría de la población.
Los políticos, por tanto, también mienten en economía. Conviene que los que nos dedicamos al periodismo económico lo tengamos claro, especialmente en periodos electorales, cuando todos los altavoces fulleros funcionan a la vez y a todo volumen.
(Artículo publicado en la revista Informadores, Nº 60.)