Carmen Calvo y el feminismo excluyente

La vicepresidenta del Gobierno, doña Carmen Calvo, reivindicó el feminismo en exclusiva para la izquierda. Lo hizo con un tono altanero y desdeñoso, su ya célebre “no, bonita”, con el que negó que alguien pudiera ser feminista si no es socialista.

Tan absurdo sectarismo tuvo cumplida respuesta desde la política, los medios y las redes sociales. Editorializó el diario El Mundo: “Calvo es una política imbuida de una superioridad moral que los hechos no solo no sostienen sino que refutan”. A Inés Arrimadas le pareció “espeluznante” la visión excluyente de la vicepresidenta. Y la general Patricia Ortega, que algo sabe de la promoción femenina, rechazó las cuotas y los cupos, apoyó el progreso de las mujeres según su mérito y capacidad, y le resumió el asunto a Carlos Alsina en Onda Cero con estas pocas palabras: “el feminismo es de todos”.

En efecto, resulta evidente que el progreso de la mujer en la sociedad se debe a sus propios esfuerzos, y al apoyo y la solidaridad de un amplio abanico de personas que han defendido la libertad, la justicia y la igualdad, desde muy diversas posiciones políticas. La señora Calvo solo había demostrado el dogmatismo de una izquierda que quiere apropiarse de las mujeres de forma tan falaz a como pretendió hacerlo durante un siglo con los trabajadores.

Pero doña Carmen, lejos de amedrentarse y disculparse, siguió en sus trece, y escribió este notable mensaje en twitter: “Yo soy feminista desde que tengo 15 años y en las manifestaciones a las que he ido a lo largo de mi vida para pedir la interrupción voluntaria del embarazo, las políticas de cuotas y toda la defensa de lo que ha constituido el feminismo, nunca estaban las mujeres de la derecha.”

Los dos ejemplos que pone son engañosos, porque hay mujeres muy destacadas en nuestra sociedad que se oponen a las cuotas, y desde luego hay feministas que no identifican el aborto con el progreso de la mujer: aquí puede ver la señora Calvo a Cristina Miguens, ingeniera industrial argentina, “feminista de la primera hora”, hablando en el Congreso de Buenos Aires: https://bit.ly/2YbEyOL.

También es revelador el argumento de las manifestaciones, como si no hubiera sociedad fuera de la calle. No solo le parece a la señora vicepresidenta que la prueba del feminismo exclusivo de la izquierda es que en las manifestaciones de la izquierda no haya mujeres de derechas, sino que la manifestación misma le parece incuestionable. Como si las manifestaciones probaran de por sí, y con exclusividad, el acierto y la justicia de sus lemas y reclamaciones.

En fin, recordemos que también sonríe desde el más allá el canciller Bismarck cuando los socialistas presumen de haber inventado ellos solitos en exclusiva el Estado de bienestar.