Culpar a la víctima

            Así como la intervención política crea delitos sin víctimas definidas, como la evasión fiscal o el contrabando, también promueve la idea de que los propios ciudadanos son los culpables de los problemas que padecen.

Soluciones privadas

        Cuando hay atascos, por ejemplo, algunos sabios solemnes concluyen que la culpa es de la gente, que, al parecer sin motivo relevante alguno, va y se acumula en las entradas o salidas de Barcelona, Sevilla o Madrid justo a la misma hora. Inmediatamente brotan los biempensantes que dicen que la solución es el transporte público, en vez de pensar que si algo es utilizado en exceso igual es porque la gente lo prefiere y su precio le resulta asequible, que es lo que sucede con las carreteras, porque son propiedad de las Administraciones Públicas (por cierto, también ocurre con los transportes públicos). Si las vías públicas fueran privadas, habría peajes de diverso nivel y en diversos momentos, que moderarían los atascos –algo que algunos Estados ya han aprendido a hacer, como apunta Robert P. Murphy, “Why Governmnt Doesn’t –and Can’t– Manage Resources Like a Private Business” (http://goo.gl/gdxtvC).

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