Italia liberal

Si es justo aplaudir el papel de España en la historia del pensamiento económico y del liberalismo, un papel que se remonta hasta nuestra escolástica, otro tanto se merece Italia.

Los economistas tradicionalmente reconocieron a Pareto, Sraffa o Barone, pero no fue hasta la aparición de la escuela de la Public Choice cuando la profesión se enteró de la reivindicación que James Buchanan nunca se cansó de hacer: insistía el premio Nobel de Economía en que sus teorías innovadoras no provenían del mundo anglosajón, sino, además de la Suecia de Wicksell, de la scuola di scienza delle finanze de los notables hacendistas italianos de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX.

Alberto Mingardi, director del Instituto Bruno Leoni, revisó esa corriente analítica y liberal, cuyas ideas estuvieron presentes en la literatura, con primeras figuras como Alessandro Manzoni y Los novios (cf. Panfletos Liberales IV, 2018, págs. 31-34); y también en la política, con Cavour, pero el más destacado liberal fue también el más importante economista italiano del siglo XIX, Francesco Ferrara. Mingardi cita a Buchanan elogiando a Ferrara por su teoría subjetiva del valor: “Fue quizá el primer economista que se desprendió por completo de las trampas mercantilistas en su rechazo a la economía como ciencia de la riqueza”, con un enfoque que fue más austriaco, y apoyado en Bastiat, a quien Ferrara consideraba “un héroe y un mártir por sus batallas en favor de la libertad económica”; apoyó la banca libre y la unificación italiana, “pero se opuso a un Estado fuerte y centralizado”, criticando al historicismo alemán por su “auténtica canonización del Estado” –“Classical Liberalism in Italian Economic Thought, from the Time of Unification”, Econ Journal Watch, 2017, https://tinyurl.com/2pthh3yw.

Rasgado el velo de la inocencia con respecto al poder político, Ferrara dirá que “la imposición es el gran secreto que organiza la tiranía”, distinguiendo entre la fiscalidad “necesaria para financiar un Estado limitado y la básicamente depredadora”.

En la lista de ilustres economistas y otros pensadores más o menos liberales que le sucedieron hay que incluir a Pantaleoni, De Viti de Marco, Puviani, Croce, e incluso el propio Pareto, erróneamente considerado fascista cuando admiró a Ferrara, Bastiat y Spencer,  y reclamó un Estado liberal “que solo se ocupe de la justicia para todos y se abstenga de interferir en la libre operación de las leyes naturales de la economía política”.

Cierto es que en Italia, como en todo el mundo, se impuso el intervencionismo en diversas variantes, pero siguió habiendo liberales, como el distinguido Luigi Einaudi, y después Leoni, Ricossa, Martino, Giavazzi, Alesina, Tabellini, Boldrin o Zingales.

Viva Italia, pues. Y la libertad.