Pasa el tiempo, pero no mis manías. Como todos los veranos, aquí van perlas andaluzas cultivadas en el mismo necio intervencionismo que predomina en cualquier otra parte.
El Parlamento andaluz aprobó 20 leyes el pasado curso, lo que para los analistas y los políticos es un «ciclo fructífero», según leí en el ABC de Sevilla, lo que está lejos de ser evidente al tratarse de medidas que en su mayoría expanden el gasto público. A cambio, eso sí, las autoridades tienen gracia, como el concejal de Juventud de la Puebla de Cazalla, de Izquierda Unida, que se presentó para una plaza de agente de dinamización juvenil, puesto convocado por él mismo.
Menos gracia tiene la celebración universal del gasto. Leí en El Correo de Andalucía que se festejó el aumento en un 17,2 % de los andaluces que cobran el Ingreso Mínimo Vital como si fuera una buena noticia, y no la constatación del fracaso a la hora de generar empleo y prosperidad.
Pero es difícil alcanzar la prosperidad con un intervencionismo generalizado que, como publicó ABC Andalucía, ha logrado esto: «Una semana en Punta Cana es más barata que en la costa andaluza». Hablando de abaratar, leí en La Razón Andalucía que Manuel Cardeña, del Partido Popular, tiene la solución para el tráfico: «liberar» el peaje de la A7, es decir, que la paguen los que no circulan por ella.
Es difícil encontrar un ámbito en donde los políticos andaluces no prodiguen y propicien el intervencionismo. Y esto permite comprobar la antigua verdad hayekiana sobre los socialistas de todos los partidos. En Andalucía no andan sobrados de liberales en la política ni fuera de ella. Leí en La Opinión de Málaga que la ciudad «no permitirá más pisos turísticos durante los próximos tres años». La patronal del sector aplaudió la decisión «sorpresivamente», informó Sur, como si el saludo empresarial a la menor competencia fuera una sorpresa.
Nada sorprendente resultó que el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, del PP, se felicitara por aumentar el gasto público en vivienda protegida, con «uno de los planes más ambiciosos que ha impulsado un ayuntamiento en España», según publicó El Mundo Andalucía, como si la ambición de los sevillanos por proteger su dinero del fisco no importara.
Hablando de no importar, varios periódicos andaluces informaron de la solución que hallaron el mencionado regidor sevillano y el malagueño, Francisco de la Torre, ante el turismo: ponerle un nuevo impuesto. Y hablando de poner, dirá usted: el presidente de la Junta, Juanma Moreno, pondrá orden. Lo hizo. Informó Málaga Hoy de lo que le gustaría a Moreno: una tasa turística, sí, pero en todo el país. Este debe ser el famoso liberalismo del PP.