Premio Nobel de Economía: el lío que no es tal

El reciente premio Nobel de Economía ha agitado a la corrección política. Unos señalaron que galardonar ideas diferentes –siendo Fama más liberal que Shiller– es  insólito. Otros añadieron que resultaba incluso degradante para la profesión. Otros, por fin, insistieron en que los mercados no son perfectos, no vaya a ser que el liberalismo sea reivindicado, cuando la crisis ya ha demostrado que la libertad es nociva. Todo esto es entretenido, pero también es un disparate.

Diferencias de opinión y teorías contrapuestas, de toda la vida

No es la primera vez que obtienen simultáneamente el Nobel economistas con principios opuestos, como sucedió en 1974, cuando lo ganaron el liberal Hayek junto con el socialista Myrdal. Y es sabido que lo han obtenido, aunque no en el mismo año, intervencionistas como Samuelson, Tobin, Solow, Stiglitz o Krugman, y liberales como Friedman, Buchanan, Becker, Stigler o Coase, por citar sólo algunos nombres. Subrayar, o, aún peor, escandalizarse ante las opiniones contradictorias de los economistas refleja, por tanto, desconocimiento de la disciplina.

 

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