Realismo económico de «Landman»

La excelente serie de diez episodios Landman (Movistar+), creada por Taylor Sheridan y protagonizada por Billy Bob Thornton, es también una atrevida y ajustada representación de la economía real.

Todo gira en torno a los trabajadores y directivos de M-Tex, petrolera que explota yacimientos en el Oeste de Texas. Thornton encarna a Tommy Norris, gestor  o más bien  apagafuegos a tiempo completo, porque a la incertidumbre típica de las empresas se suman emergencias recurrentes, que pueden ir desde apagar literalmente el fuego en los pozos, o afrontar accidentes posiblemente mortales, hasta lidiar con las mafias del narcotráfico.

En ese contexto transcurren las vidas de los diferentes personajes, exhibidas exentas de toda idealización, empezando por Tommy, que es un alcohólico en trance de rehabilitación, y un fumador compulsivo, cuya vida, como escribió Richard Roeper en el Chicago Sun-Times, “es tan volátil en lo personal como en lo profesional”.

Si los trabajadores de M-Tex en los pozos son tan conscientes del peligro al que se exponen como del hecho incuestionable de que sus salarios allí superan, por eso mismo, cualquier otra alternativa, los empresarios tampoco se hacen ilusiones sobre el horizonte económico, como resume el CEO Monty Miller (Jon Hamm): “Nuestro negocio estriba en una crisis constante interrumpida por breves periodos de gran éxito”.

Tanto Tommy como Monty denuncian la hipocresía del ecologismo superficial, aunque reconocen que los petroleros llevan las de perder, como apunta con sarcasmo el CEO: “Todo el mundo ya se ha convencido de que soy un malvado porque les suministro una maldita cosa con la que interactúan todos los días, y no hay manera de convencerlos de lo contrario”.

Thornton es célebre, ganó un Óscar por su guion adaptado en Sling Blade, y fue nominado al premio al mejor actor por esa misma película y al mejor actor de reparto por A Simple Plan. Pero empezó en el mundo del cine desde abajo, se esforzó mucho y aprovechó un golpe de suerte. Trabajaba de camarero para la empresa de cátering de un amigo, y, como le contó a Marc Myers del Wall Street Journal, en una ocasión, sirviendo los aperitivos en una fiesta en casa de Stanley Donen, tuvo la ocasión de intercambiar unas palabras con un señor bajito que tenía un fuerte acento alemán, y que le dio un sabio consejo: “¿Quieres ser actor? Olvídate. Eres demasiado feo para ser un protagonista y demasiado guapo para ser un actor de reparto. ¿Sabes escribir”. Thornton respondió que había hecho algunos guiones. Replicó el otro: “Eso es lo que tienes que hacer. Y si quieres llegar a actuar, escribe tus propias historias y personajes”. Lo hizo. Ese señor bajito con acento alemán era Billy Wilder.