Warren falla

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también falla en todos los sentidos de la palabra que recoge el DRAE.

Falla porque determinó el veredicto en el juicio a su fiscal general del Estado, antes de que el Supremo emitiera su fallo condenatorio, que, como editorializó EXPANSIÓN el viernes, “cierra una página negra en la historia del Ministerio Fiscal en España y certifica el uso partidista de las instituciones públicas por parte de Sánchez y sus colaboradores desde el año 2018”.

Falla porque usó un triunfo, Álvaro García-Ortiz, al no tener el palo judicial para jugar. También usó el triunfo de los medios adictos, que lo secundaron absolviendo prematuramente al ya exfiscal, y confundiendo las lenguas, hablando de derecha judicial o lawfare. No necesitó Warren usar ningún triunfo con sus socios de la ultraizquierda, que desbarraron motu proprio con una copiosa suerte de exabruptos totalitarios.

Falla porque decepcionó con el duro desenlace de un fiscal general del Estado en activo condenado por un delito de naturaleza política. Leí en un editorial de El Mundo: “La condena en el Tribunal Supremo por revelación de datos reservados interpela directamente al presidente del Gobierno: fue al servicio de la batalla que él mantiene con Isabel Díaz Ayuso al que se prestó el fiscal general para urdir una operación política en la que un pilar del Estado arrollaba los derechos de un ciudadano por tratarse de su pareja. Pedro Sánchez, que se atrincheró con él y exigió que se le pidiera «perdón», tiene una poderosa razón más para dimitir. El conflicto desatado y el insólito oprobio para la Fiscalía son responsabilidad suya”.

Falla porque ha dejado de funcionar su estrategia de demonizar al adversario para justificar toda suerte de tropelías. Nótese que la mendacidad forma parte esencial de dicha estrategia desde las elecciones tras las cuales logró llegar a la Moncloa con la ayuda de los mismos enemigos de España y de la libertad con los cuales había jurado no pactar jamás. Esa misma estrategia polarizadora y falsaria es la que ha aplicado para perpetrar el notable deterioro institucional que será su legado más relevante. Como un rey Midas al revés, ha ido estropeando (otra acepción de la palabra fallar) todo lo que toca, desde el CIS hasta RTVE, incluyendo, evidentemente, a la fiscalía general del Estado, cuyo titular, como subrayó Rafa Latorre, “nunca fue digno del cargo”.

Falla, por fin, en el último significado de fallar, que cabe incluir aquí en recuerdo del título del libro de Warren, aunque la acepción, más que a personas, se refiere a objetos: “perder su resistencia”. Sin embargo, nunca se conoce bien el final de la resistencia de Warren. Ni la del último triunfo: Conde-Pumpido.