Gibraltar, alivio y dudas

El acuerdo sobre Gibraltar, después de casi cuatro años de negociaciones posteriores al Brexit, ha representado un alivio para los miles de trabajadores que cruzan la frontera, pero también ha suscitado dudas sobre el futuro.

En términos geopolíticos no hubo cambios, seguramente porque no podía haberlos: el Reino Unido no iba a renunciar a su soberanía ni España va a renunciar a sus reivindicaciones sobre el peñón.

Las incógnitas son otras. La mayor fluidez del movimiento de personas y mercancías tendrá un impacto económico positivo, facilitado por el mayor dinamismo del aeropuerto, pero también genera inquietud. Las autoridades de La Línea de la Concepción, en efecto, se apresuraron a señalar el lado negativo de ese crecimiento económico, por ejemplo, en términos de las infraestructuras que van a resultar insuficientes, o de la vivienda, que podría experimentar un encarecimiento debido a la mayor demanda.

Tanto la seguridad como las pensiones preocupan también a quienes van a frecuentar ahora algo parecido a una zona asociada a Schengen.

Antes y después del Brexit he recomendado en El Periódico de Sotogrande no desaprovechar las oportunidades de abrir los mercados y aumentar la prosperidad de todos. En este caso, sin embargo, abrigo dudas por la cuestión de la fiscalidad. Todo indica que los gibraltareños van a tener que pagar más impuestos por la subida del IVA sobre el tabaco, el alcohol y la gasolina. No es evidente que eso vaya a desanimar el contrabando.

Es una mala noticia, desde luego, pero los políticos de todos los partidos, que supuestamente aman la competencia, en realidad la abominan si se trata de competencia fiscal. Lo mejor sería que bajaran los impuestos para todos, y habrá que esperar a ver qué sucede con la zona de especial fiscalidad que pueda crearse en el Campo de Gibraltar.

En suma, entre alivio y dudas, celebremos que la verja vaya a ser una cosa del pasado, pero no olvidemos que después del acuerdo, como me comentaba un amigo, vecino de Sotogrande, a ambos lados de la frontera hay bastante gente que, por diversas razones, tiene la mosca detrás de la oreja.

(Artículo publicado en El Periódico de Sotogrande.)