Avatares del proteccionismo

La reciente crisis económica, como la de 1929, ha animado actitudes antiliberales y anticapitalistas, pero en política comercial media una gran diferencia entre ambas.

No estoy diciendo que el proteccionismo haya sido totalmente neutralizado en nuestros días. Al contrario, lo hemos visto reflorecer en Estados Unidos con Trump y su guerra arancelaria con los vecinos norteamericanos y con China; ha habido retrocesos en el libre comercio en muchos países, y cánticos proteccionistas hasta en la Europa supuestamente librecambista, donde los fascistas de Le Pen y los ultraizquierdistas de Podemos unen sus fuerzas, ahora como siempre, en contra de los mercados abiertos. Y también VOX acaba de atacar las importaciones agrícolas.

Siendo todo esto cierto, hay que recordar lo que sucedió tras la hecatombe de 1929. Los parlamentarios norteamericanos Reed Smoot y Willis C. Hawley, ambos republicanos, presentaron un proyecto de Ley de Aranceles muy proteccionista. A pesar de la protesta  de economistas, empresarios, banqueros y políticos, el proyecto fue aprobado en junio de 1930. El cierre de las fronteras contribuyó a prolongar innecesariamente la Gran Depresión.

Gran Bretaña, la madre del libre comercio, reunió a sus colonias en Ottawa en el verano de 1932 y estableció un sistema de “preferencias imperiales” que restringió el comercio libre sólo al territorio de la Commonwealth, y erigió elevadas barreras arancelarias, bloqueando el comercio bajo la consigna: “primero los productores nacionales, después los productores imperiales, y por último los productores extranjeros”.

Nada parecido está sucediendo en nuestro tiempo. Incluso en los debates sobre el Brexit hay un acuerdo bastante extendido en el sentido de que el proteccionismo será malo para quienes cierren sus fronteras. En España, Podemos es un partido claramente antiliberal, pero no ha insistido en la necesidad de cerrarlas, y solo reclama un proteccionismo mayor hacia fuera de la Unión Europea, que hacia dentro es una zona de libre cambio.

¿Qué decir de VOX? Ya he advertido en alguna ocasión en LA RAZÓN que es un partido contradictorio, puesto que junto a propuestas liberales incluye otras nacionalistas. Esto dijeron en su cuenta de twitter: “Nuestros mercados superabastecidos de lentejas canadienses o naranjas sudafricanas mientras que nuestros alimentos se pudren en el suelo o no salen del almacén. Los agricultores españoles desesperados, el campo se muere. Consume producto nacional para ayudar al mundo rural”. Todo esto es criticable, porque el proteccionismo es un ataque a la libertad de las personas y a su prosperidad, pero VOX, igual que Podemos, no está pidiendo un cierre de fronteras. La petición de consumir productos nacionales —petición no es imposición— puede ser compartido por muchos políticos moderados: el entonces ministro Miguel Sebastián lo hizo en 2009.

Mantengo, pues, mi tesis: el proteccionismo es malo, pero no alcanza en nuestros días una dimensión tan agresiva contra las trabajadoras como lo hizo en la última gran crisis.