El buen ráting

Así como el buen impuesto siempre es el que paga otro, el buen ráting siempre es el que sube. En los años más duros de la crisis hablar de las agencias de calificación era mentar la bicha: se llegó incluso a proponer su sustitución por una agencia oficial europea. Todo eso es agua pasada y esa propuesta afortunadamente no llegó a cuajar. Y las malvadas agencias de ráting ya no son tan malas. Lo comprobamos hace unos meses, cuando Moody’s nos dio un pequeño empujón de ‘Baa3’ a ‘Baa2’.

Ayer le tocó el turno a Fitch, que primero mantuvo el ráting de Italia en BBB+ pero mejoró su perspectiva de “negativa” a “estable”, y después, simétricamente, subió un escalón la nota a nuestro país, de BBB a BBB+ y mantuvo la perspectiva en “estable”. La noticia era esperada, como también los pasos de Standard & Poor’s, confirmando el ráting de Francia en AA con perspectiva “estable’”, y bajando la calificación de Rusia a BBB-, a un escalón del bono basura.

La falta de sorpresas en el caso de España se debe a lo que ya sabemos sobre déficit público y crecimiento, saneamiento financiero y las cuentas de las Administraciones Públicas.

Al frente de la manifestación…

También era esperable que las autoridades se apresuraran a ponerse al frente de la manifestación: ningún político habría hecho cosa diferente. Lo discutible, evidentemente, son los méritos que la política económica puede esgrimir a la hora de apuntarse en cualquier lugar de la lista de quienes han contribuido a mejorar el ráting de España.

Menos discutibles, como apuntó ayer el editorial del Wall Street Journal, son dos cosas. En primer lugar, la fantasía de pensar que nuestra realidad y nuestras calificaciones vayan a mejorar mágicamente porque el euro se devalúe o el BCE se precipite en políticas expansivas más heterodoxas. Y, en segundo lugar, que las reformas económicas son las que más ayudarían al país a crecer, reformas y no rasgados de vestiduras, como los que proliferaron ante las declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, que vino a decir lo mismo que el Journal pero en castellano.

(Artículo publicado en La Razón.)