Impago USA

Cuando pensamos en impagos de la deuda pública pensamos en países como Grecia, pequeños y rescatables, o mi Argentina, un país no pequeño pero fuera de áreas en donde otros países más grandes tienen responsabilidad. Pero no pensamos en que Estados Unidos puede declarar un “default”: tal la hipótesis de D.R.Henderson y J.R. Hummel, “The Inevitability of a U.S.Government Default”, The Independent Review, primavera 2014 (http://goo.gl/9a2WLy).

Sospechan que la subida del gasto redistributivo, más la reacción ciudadana hostil a los mayores impuestos, impulsará la deuda hasta el impago. Apuntan que la inflación no bastará para licuar la deuda, porque el señoreaje no es muy grande (en pocos países supera el 5 % del PIB) y será menor.

Existe la posibilidad de la hiperinflación, que en realidad significa repudiar la deuda indirectamente: “Nuestra conjetura es que si el gobierno americano debe elegir entre arruinar tanto el dólar como la deuda, o impagar la deuda y salvar el dólar, elegirá esto último”. La inflación erosiona los pasivos pero tiene límites: la gente deja de prestar dinero al Estado, o pide más interés, o títulos indexados, etc. Los inversores, nótese, no creen en estos escenarios catastróficos, como se ve en su disposición a financiar a tantos Estados a tipos tan reducidos.

Eso sí, el default resolverá un problema: el déficit. En efecto, los políticos jamás han arreglado el déficit fiscal, pero con el impago lo harán, porque los Estados no podrán endeudarse más. Magro consuelo.

(Artículo publicado en La Razón.)