Los más grandes pensadores, desde Platón hasta Einstein, soltaron burradas sobre economía. No debería, por tanto, extrañarnos que también desbarren en ese terreno otros sabios de mucho menor relieve. Es el caso del filósofo argentino, radicado desde hace décadas en Canadá, Mario Bunge. Mencionaré tópicos, fantasías y una bobada. Tópicos: estamos dominados por el fundamentalismo del mercado y el modelo neoliberal, hay que crear empleo y redistribuir la renta, se deben subir los impuestos y la progresividad de los mismos, hay que luchar contra las desigualdades sociales, a más paro más delincuencia, hay que buscar un equilibrio entre capitalismo y socialismo, etc.
Los malvados precios bajos…
Las fantasías pasan, y esto es insatisfactorio pero no inédito en un filósofo profesional, por el sueño de la razón, que en su caso engendra unos monstruos peculiares, porque según ellos todo es posible. Por ejemplo, una “democracia integral” donde todo el mundo comparta poder, riqueza y cultura, donde el Estado planifique todo, “un plan a la vez económico, cultural y político”, pero que la gente pueda elegir y participar. Y no hay ningún problema en este algodonoso paraíso para practicar medidas abiertamente contradictorias: “una combinación de políticas keynesianas con más participación de las empresas privadas”. Una bobada de Bunge es su reproche porque se venden peras de la Patagonia en Canadá…y a continuación apunta, como si no tuviera importancia, que se venden porque ¡son muy baratas!
(Artículo publicado en La Razón.)