Salario mínimo y modelo nórdico

            Huérfana de ejemplaridades edificantes, la izquierda se ha agarrado a los países nórdicos como a un clavo ardiendo, aunque con una visión asimétrica. Nos habla de que tienen Estados grandes pero no de que sus economías son muy abiertas y de que el peso de la fiscalidad recae sobre los trabajadores; y jamás nos dicen que esos países empezaron a prosperar no cuando subieron los impuestos sino cuando los bajaron.

            Pero, en fin, como los progresistas idolatran a los nórdicos, y también insisten en la necesidad de aumentar el salario mínimo, cabe ponderar qué sucede allí con este asunto, especialmente en su impacto sobre el empleo.  Tres profesores daneses lo analizan en la Review of Economics and Statistics: Claus Thustrup Kreiner, Daniel Reck y Peer Ebbesen Skov, “Do lower minimum wages for young workers raise their employment? Evidence from a Danish discontinuity”, publicado online el 4 de marzo pasado.

            Se plantean lo siguiente: si hay que subir el salario mínimo, ¿hay que subírselo a todos los trabajadores? En particular: ¿hay que subírselo a los más jóvenes? Como ellos no han tenido tiempo de trabajar y de acumular experiencia y capital humano, cabe sospechar que ese grupo puede ser afectado por una subida del salario mínimo, en especial si es abultada, como la aprobada por la izquierda en España, o como la que ha sido aprobada en Estados Unidos, donde varios estados y ciudades han impuesto un salario mínimo de 15 dólares la hora, cuando a nivel federal es de 7,25 dólares. En algunos lugares de EE UU, el estado de California o la ciudad de Kansas, la subida del salario mínimo excluyó a los jóvenes, lo que también sucede en varios países europeos con salarios mínimos elevados, pero con excepciones para los trabajadores de menos edad. Los profesores se preguntan: “Si se mantiene el salario mínimo para los adultos fijo a un determinado nivel, ¿qué efecto tiene un cambio en el salario mínimo específico para los jóvenes en su volumen de empleo?”.

            En Dinamarca el salario mínimo cambia cuando el trabajador cumple los 18 años. No cambia en ningún otro tramo de edad, pero la subida a los 18 es importante, de en torno al 40 %. Y lo que sucede es que cae el empleo unos 15 puntos porcentuales, lo que no sucede cuando el trabajador cumple 17 y tampoco cuando cumple 19: “han de pasar dos años hasta que la tasa de empleo recupere el nivel que tenía justo antes de los 18”.  La subida del salario mínimo, por lo tanto, perjudica el empleo de los jóvenes y las posibilidades de su reinserción en el mercado laboral: “Dos años después del 18 cumpleaños, la tasa de empleo es 15 puntos porcentuales menor para los trabajadores que perdieron su empleo a los 18 con respecto a los trabajadores que lo mantuvieron”.