Conservadores iliberales

No vamos a descubrir ahora que la derecha puede ser iliberal. Los que se escandalizan ante el intervencionismo de Trump están, por decirlo suavemente, distraídos. En España todos recordamos que la última vez que gobernó el PP los contribuyentes sufrimos bajo el trío calavera de Rajoy-Montoro-Guindos, mientras que el presidente expulsó a los liberales diciéndoles que se fueran a otro partido –cosa que, por cierto, hicieron.

Albertinho Feijoada, el líder carioca del Partido Popular, puede ser el próximo presidente del Gobierno: ¿con qué clase de liberalismo o antiliberalismo nos sorprenderá?

Es difícil encontrarle una declaración diáfana a propósito de la reducción de los impuestos o el gasto público. La semana pasada, con Rafa Latorre en La Brújula de Onda Cero, pareció muy dispuesto a intervenir en las empresas eléctricas. Poco antes, la entrevista que le hizo Carlos Segovia en El Mundo a Matilde García Duarte ilustró las opciones de Feijoada.

Se dirá que el realismo sugiere que los políticos suelen combinar liberalismo e intervencionismo, y que por tanto Albertinho no tiene por qué elegir entre ambos. Después de todo, los mismos socialistas que aumentaron el gasto público y los impuestos con Felipe González también liberalizaron los horarios comerciales y los precios de los alquileres. El propio carioca, durante su gestión al frente de la Junta de Galicia, aplicó medidas antiliberales como el proteccionismo a la industria y a sectores tradicionales gallegos, o la limitación de algunas tarifas, y a la vez controló el gasto, restringió la burocracia, redujo algo los impuestos y externalizó algunos servicios públicos.

García Duarte, que preside Anged, la asociación de grandes empresas de distribución, le dijo a Carlos Segovia que en los cuarenta años transcurridos desde el Decreto Boyer hemos pasado a ser  “el tercer país con más restricciones a la libertad comercial” de la Unión Europea, con “un número increíble de regulaciones: hasta 370 sistemas de horarios locales que para lo único que sirven es para restringir la libertad horaria”, cuando “la mayor agresión que se le puede hacer a un empresario es prohibirle trabajar, prohibirle abrir”. Y en un contexto nuevo donde se puede comprar en la red casi cualquier cosa a cualquier hora.

¿Y la política? Según García Duarte las autonomías son parecidas, salvo Madrid, “que defiende la libertad comercial y empresarial” con Ayuso y antes con Aguirre. Juanma Moreno, en cambio, es tan socialista como los demás y ha impuesto la reducción de los horarios comerciales, con lo que Anged recurrirá al Supremo: “Es increíble que la Junta quiera que cerremos de pronto de un día para otro en días festivos”. Y a eso se suman todos los ataques a las empresas que perpetran Warren Sánchez y sus secuaces.

Albertinho Feijoada decidirá. O no.