La izquierda agita el fascismo como un fantasma, o más bien como un diagnóstico certero y un pronóstico lúgubre. Desde el liberalismo también se nos advierte sobre el peligro fascista, e incluso se trazan paralelismos entre la situación actual del mundo –desde el auge de la extrema derecha hasta el proteccionismo y el rearme– y la vivida en los años treinta del siglo pasado.
Entre la propaganda engañosa y la profecía apocalíptica, aconsejo cautela y recomiendo la lectura del ensayo de Santiago Gerchunoff, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid: Un detalle siniestro en el uso de la palabra fascismo. Para qué no sirve la historia, que publica Anagrama.